Aspectos claves de la regulación en el control alimentario a nivel mundial y Latinoamericano

Para entender las dificultades y/o facilidades que se generan a partir de la regulación alimentaria en cada país o incluso en mercados de destinos de nuestros productos, es importante tener en cuenta, entre diversos factores, la tendencia de las referencias mundiales en cuanto a control de alimentos, tal cual es el ejemplo del trabajo que el Codex Alimentarius desarrolla en cuanto a peligros emergentes, neocontaminantes, análisis de riesgos u otros temas de interés.

A propósito, ¿Qué es el Codex Alimentarius? Esta organización se describe como una instancia que permite la recopilación de normas directrices y códigos de prácticas internacionales y armonizados sobre los alimentos, siendo un organismo subsidiario de La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Al respecto, es importante mencionar que las normas del Codex Alimentarius están basadas en antecedentes científicos, asegurando así la pertinencia de acciones bajo la objetividad e independencia que contribuyan a la seguridad alimentaria y regulación de los alimentos. Por otra parte, cabe resaltar que sus normas no son consideradas como una sustitución a las normativas nacionales, pero han ayudado significativamente al establecimiento de parámetros propios en países que están en vía de desarrollo. Con respecto al comercio Internacional, el Codex Alimentarius trabaja en conjunto con la OMS y han logrado establecer 2 acuerdos de suma importancia para que los miembros de la OMC logren un equilibrio entre la necesidad de las naciones de mantener la inocuidad de los alimentos o la protección de los consumidores sin que se conviertan estos en obstáculos innecesarios o discriminatorios para el comercio. Esta acción justamente pretende facilitar las relaciones en el comercio Internacional entre países, ya que las normativas del Codex Alimentarius son usadas por la OMC para resolver diferencias o conflictos entre países.

Complementario a las circunstancias mencionadas, desde donde se proponen generalidades e información relevante para el control de la cadena productiva en cualquier lugar del mundo, también se advierten diferencias en los sistemas nacionales de control de alimentos. Es relevante entender que los modos en los que se generan actividades que pretendan establecer medidas preventivas para adelantarse a los peligros y riesgos, deben contener un enfoque de trabajo colaborativo y moderno, considerando tanto el efecto normativo como el rol del nivel institucional que conduzca eficientemente el sistema.

Observando potencias alimentarias, en Estados Unidos se ha gestado una marcada descentralización de su control, donde existe al menos cuatro instituciones encargadas de regular la inocuidad y calidad alimentaria: Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), La Administración de Medicamentos y Alimentos de los EE. UU (FDA), La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) y Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA), entre otras que complementan sus funciones. A su vez, durante la década pasada, USA implementó la Ley de Modernización de la Inocuidad de los Alimentos (FSMA), la cual tiene como finalidad reducir las tazas de enfermedades y hospitalizaciones por enfermedades derivadas de los alimentos y sus muertes de una manera más eficiente y estricta. Es por esto que se centra en 4 ejes básicos: prevención, inspección, cumplimiento y respuesta, donde se establece que los alimentos importados deben garantizar la misma seguridad que ofrece el cumplimiento de las normas de controles preventivos.

En Europa, principalmente la inocuidad alimentaria y las normativas son establecidas y aplicadas de forma más armonizada por todos los países miembros de la UE, considerando cada organismo nacional como un soporte al macrosistema de análisis y evaluación Europeo, pero teniendo como principales protagonistas a la Comisión Europea (CE) en un rol de gestor de riesgos y a la Autoridad Europea de Inocuidad Alimentaria (EFSA por sus siglas en inglés) como ente evaluadora de riesgos.

Ahora, ¿qué sucede en América Latina? La FAO, el Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico e instancias más locales como el Parlamento Andino, se han convertido en plataformas que facilitan el trabajo de los países en temas de su interés común, como lo es en este caso, de la inocuidad y seguridad alimentaria. Entre ellos, se han realizado medidas o acuerdos para mejorar las condiciones intrínsecas de los alimentos que logren asegurar un consumo seguro dentro del continente. Un ejemplo reciente ha sido el desempeño del Parlamento Andino durante el año 2020, desde donde se aprobó por unanimidad el Marco Normativo para Garantizar la Inocuidad de los Alimentos en la Región Andina, dentro del cual se ha establecido como objetivo primordial el proteger a los seres humanos, animales y medio ambiente por medio de políticas de prevención en materia de inocuidad de alimentos en los países miembros, además de promover lineamientos que promuevan la producción, transporte y comercialización de alimentos inocuos en los países de la región Andina.

¿Qué podemos llegar a concluir con esto en beneficio de Latinoamérica? La sofisticación de los sistemas propios de control, con un alto nivel de colaboración entre los actores de la cadena alimentaria (gobiernos, industrias, academia y consumidores), aspectos de transparencia de la información, trabajo sobre el Análisis de Riesgos y la vigilancia permanente es de suma importancia para la credibilidad y efectividad del país a la hora de mantener los peligros y riesgos en niveles aceptables.